El largo camino para convertirse en una marca de culto
Es bastante probable que el sueño de muchas marcas esté en cruzar la frontera y en convertirse en material que va un paso más allá, esto es, en convertirse en marcas por las que los consumidores sienten algo más que simple aprecio. No pocas marcas querrían convertirse en marcas de culto, esas que cuentan con una amplia base de fans y que, sobre todo, ven como esos propios consumidores son defensores, propagadores y apoyos para la marca. Los seguidores de una de estas marcas son fieles a la misma y, además, son entusiastas que no solo compran siempre sus productos sino que además funcionan como una suerte de evangelistas de la misma.
No hay más que pensar en el caso de Apple. La compañía es, para un porcentaje de los consumidores, una de esas marcas de culto, lo que hace que mantengan una relación muy especial con ella. Estos consumidores son los que hacen colas en sus tiendas, los que compran sus productos cada vez que hacen una modificación (por muy mínima que a quienes no son fans de Apple le parezca) y quienes la defienden contra todo ataque.
El camino hacia convertirse en una marca de culto no es fácil ni es tampoco algo que se pueda crear de forma artificial. No hay campaña de publicidad que haga que la marca cambie de estatus de un día para otro: hay que trabajar de forma constante y hay que asumir que el proceso se realizará poco a poco. No es algo que pase de forma inmediata, sino que hay que integrarlo en una estrategia a medio e incluso largo plazo.